Cuando uno nace, el ojo todavía no se desarrolla completamente y va adquiriendo las competencias visuales con el tiempo. Por eso, durante la infancia es un órgano que está en evolución y, si hay algún problema, es importarte detectarlo a tiempo para tratarlo.
Los problemas refractivos más comunes son la miopía (mala visión de lejos), hipermetropía (mala visión de cerca y lejos, según la magnitud) y astigmatismo (imágenes borrosas de lejos y cerca), no siempre tienen síntomas y, si no se tratan, pueden alterar el desarrollo visual normal. Por eso, lo mejor es hacer un chequeo preventivo a los 4 años, edad en la que se alcanza la visión normal de un adulto.
“Estos problemas refractivos se pueden prevenir con un chequeo visual precoz a los 4 años como mínimo, y se pueden diagnosticar y tratar con lentes ópticos correctores u ocultando o parchando el ojo sano para estimular el desarrollo visual del ojo comprometido”, explica el Dr. Marcelo Reyes, oftalmólogo de Clínica INDISA.
Si un vicio refractivo o desviación ocular no se corrige antes de los 8 años, puede aparecer ambliopía, conocida también como “ojo flojo”, que es la falta de desarrollo de la visión a nivel cerebral. “Esto puede traducirse en que el niño quede con mala visión de por vida. De hecho, el estrabismo (desviación de los ojos) no tratado puede generar como consecuencia una ambliopía profunda y muy baja visión del ojo desviado, si no se trata”, explica el especialista.