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Procedimientos

La cirugía de tiroides se realiza con anestesia general, con intubación por la boca, con una incisión en el cuello por sobre el esternón del tamaño necesario para extraer la tiroides, habitualmente de 2 a 5 cm de longitud aproximadamente (variable según el tipo de cuello y tamaño de la glándula a extraer). La duración de la cirugía es en promedio de 2 horas.


Después de la cirugía es habitual tener disfonía leve, secreciones y dolor para tragar, similar a una faringoamigdalitis, que puede durar entre 3 y 4 días y es tratable con antiinflamatorios comunes.


No es necesario tener reposo vocal. Se podrá realimentar al día siguiente a la cirugía con dieta blanda para evitar dolor al tragar.

Cuando se ha decidido el tratamiento quirúrgico de un paciente con cáncer de tiroides, este puede ir desde una lobectomía (resección parcial de la glándula tiroides) hasta una tiroidectomía total con o sin resección de grupos ganglionares cervicales.


En general, es una cirugía con bajo riesgo de complicaciones, cercanas al 1%. En estos casos podría ocurrir una disminución transitoria del calcio en la sangre produciendo hormigueos y calambres, disfonía en caso de lesión del nervio recurrente laríngeo, sangrado de la herida operatoria que requiere tratamiento inmediato en pabellón e infecciones de la herida operatoria.


El tiempo de hospitalización habitual es de 1 a 2 días, y dentro de las molestias más comunes el paciente podría presentar dolor para tragar (como una faringitis), pérdida de sensibilidad de la piel sobre la herida operatoria, tos leve con secreciones y sensación de tensión en el cuello.


La realimentación puede iniciarse a las 4 a 6 horas después de la cirugía, al igual que la deambulación. No es necesario tener un régimen de papillas, ni reposo de la voz.

Una cirugía se considera mínimamente invasiva cuando se explora sólo las regiones necesarias para encontrar la glándula afectada y extirparla. De esta forma se ha intentado disminuir el tamaño de la incisión para mejorar los resultados estéticos y la recuperación postoperatoria. También se han utilizado accesos remotos, distintos a una herida en el cuello para evitar la cicatriz. Se ha probado acceder por la axila, espacio retroauricular, reborde submamario, entre otros.


Últimamente se instauró con mucho éxito el acceso transoral por el vestíbulo oral, entre labio y la encía. Con la misma tecnología que en la cirugía laparoscópica abdominal, se logra extirpar la glándula patológica reconocida en los exámenes preoperatorios. De esta forma, sólo quedan pequeñas incisiones en la mucosa oral, que cicatrizan rápidamente, sin dejar marcas ni cicatrices en el cuello.

  • Ecografía Diagnóstica
  • Ecografía de Etapificación Cervical
  • La ecografía de etapificación o mapeo cervical se utiliza posterior al diagnóstico de cáncer de tiroides. El objetivo es diagnosticar y esquematizar los linfonodos sospechosos de metástasis en el cuello.

    Una vez identificado un cáncer de tiroides, la Ecografía de etapificación preoperatoria permite orientar los compartimentos que deben ser explorados en la cirugía. Esto permite la extirpación de toda la enfermedad tumoral en la primera cirugía, disminuyendo el riesgo de recurrencia y nuevas cirugías.